El pasado 21 de julio se celebró el Día de la Niñez en Panamá, una fecha que conmemora esa etapa natural fundamental para el desarrollo saludable en los seres vivos y que sin embargo en nuestra especie, puntualmente en las culturas depredadoras tiende a ser cosificada por el trato del cuerpo como mercancía, por una diversidad de factores que crean condiciones cada vez menos propicias para el desarrollo integral de la niñez, pese al relato público de los esfuerzos institucionales.
En Panamá la Niñez representa un 34% de la población nacional según el Instituto Nacional de Estadísticas de la Controlaría General de la República en datos del 2010.
Pregúntese qué tan seguro es que un niño o una niña salga sola/o de su casa a la escuela o qué tan accesible es la salud y educación para tod@s l@s niñ@s por igual. Más allá de un "mágico jardín" la infancia es un estado de experimentación constante que busca comprender los símbolos del lenguaje en los rituales de socialización, así como el funcionamiento del mundo sensible y su vínculo con el cuerpo.
En 2012 el informe de Derechos Humanos de la organización Human Rights Everywhere sobre el conflicto social en Colón constató que gran cantidad de casos de afectados manifestaron como abuso de sus Derechos sólo en las ocasiones cuando eran arrestados ilegalmente por la policía, pero no cuando le fueron sometidos a otros tipos de abusos y violencias por las fuerzas policiales. Ello pone en evidencia que al menos en la zonas metropolitanas existe en las poblaciones un sentimiento de normalización del abuso y la violencia, fenómeno que toman forma en la infancia.
La infancia es una etapa compleja del desarrollo en procesos físico-químicos y psicológicos que requiere estímulo, protección y nutrición. Es por tanto una etapa de susceptibilidad ante los flagelos de la sociedad puesto que en el proceso de adquisición de conocimiento, tanto el aprendizaje social como el desarrollo cognitivo y físico se ven intervenidos por problemas estructurales tales como la violencia intrafamiliar, desigualdad social, pobreza extrema, escasez de recursos básicos como el agua, difícil acceso a la salud, explotación infantil, negligencia del estado en políticas públicas para la niñez, corrupción, malnutrición, acceso obstaculizado a una educación de calidad, falta de programas para el estímulo de destrezas artísticas y deportivas y el alarmante creciente abuso sexual. Diversos estudios de psicología infantil y pedagogía sostienen que el contexto sociocultural está vinculado con los procesos de aprendizaje por ello las problemáticas presentadas en ese escenario y las deficiencias en las instituciones públicas repercuten negativamente en el transcurso del desarrollo psicológico del infante.
La niñez en Panamá está en riesgo creciente como otro resultado más de los efectos acumulativos de décadas de inexistencia de Políticas Públicas en Educación y demás servicios sociales que deben ser atendidos por el Estado en una sociedad Democrática. Las cifras del Ministerio Público apuntan que las denuncias por abuso sexual infantil en nuestro país se incrementaron en un 68% entre 2017 y 2018; sólo de enero a julio de este año se han presentado 3847 denuncias de delitos sexuales contra menores entre los que se incluye violación, proxenetismo, pornografía infantil y acoso sexual. Las cifras quizá revelan un aumento en la conciencia de la población sobre la denuncia de este tipo de abusos, pero también el resultado escandaloso de la inexistencia de políticas públicas al respecto.
La cultura de violación es una enfermedad social que prolifera en Panamá, afectando cada vez más a la infancia, ya que a través de la normalización de las prácticas de violación a la libertad sexual en contextos de tradiciones étnicas, discursos violentos y misóginos en los medios de comunicación y el entretenimiento y una educación sexual distorsionada se vulnera la integridad de los niños y niñas, a la vez que se vuelve difícil problematizar este cruel fenómeno o bien educar a la población para la prevención y acción de la violencia sexual infantil.
Nuestro rol como docentes y guías en el aprendizaje es primero que nada ser conscientes de que siempre se puede hacer algo respecto a la violencia sexual, que no podemos ser indiferentes ante una situación que a corto y largo plazo repercute en el rendimiento académico y desarrollo cognitivo de nuestr@s estudiantes o que pone en riesgo sus vidas.
Segundo: saber escuchar y observar. L@s niñ@s no poseen el desarrollo emocional suficiente como para inventar una situación de abuso sexual, por lo que si una estudiante realiza una primera denuncia a un docente nuestro deber es creerle a la víctima o bien identificar los cambios de conducta y de rendimiento académico que indiquen algún tipo de agresión hacia la niña o niño.
Tercero: que nuestro deber es acudir a las autoridades correspondientes ante la menor sospecha de un caso de violencia sexual en un@ estudiante para que se realicen las investigaciones necesarias, denunciar y proteger a la niña o niño.
Cuarto: que cualquiera de nuestro/as alumno/as puede ser víctima de violencia sexual, por lo que es necesario crear un vínculo de confianza con cada estudiante de modo que les sea más fácil comunicar su situación de peligro y realizar una denuncia a través de nosotr@s l@s docentes; tratar el tema con la sensibilidad necesaria y evitar hacer sentir denigrada a la o al estudiante por su situación; ser prudentes y evitar señalamientos en público que puedan provocar intimidación en la víctima.
Quinto: si tenemos conocimiento de algún compañero/a docente o miembro de la comunidad educativa involucrado en un caso de agresión sexual, realizar la denuncia inmediata, con las previsiones del caso, tomando en cuenta que un abusador sexual es una persona que padece una enfermedad de tipo trastorno psíquico y requiere además de una sanción ante la ley, también un tratamiento para su padecimiento. En el caso del abusador/a sexual de menores, como lo establece la ley Panameña, no puede volver a ejercer la profesión docente, como prevención de grave riesgo para el menor.
La violencia sexual en la población infantil como problemática tiene que dejar de ser tabú para la sociedad y el nuevo Gobierno tiene la oportunidad de tratar de forma integral este flagelo, constituyendo una verdadera política pública.
Necesitamos políticas públicas efectivas y vinculadas a la realidad inmediata que protejan a la niñez y cuente con mecanismos de acción y prevención igualmente efectivas, e igualmente un tratamiento humano al que padece esta enfermedad, ya que un abusador/a sexual de menores con un mal tratamiento es posible que vuelva a reincidir. ¿Cuántos abusadores sexuales de menores sin tratamiento, luego recibir sanción penal, han vuelto al sistema educativo panameño? El Ministerio de Educación no tiene estas estadísticas, y ello obedece al problema de la ausencia de salud ocupacional en el ejercicio de la profesión docente, y que como podemos constatar, afectan directamente a la vida de nuestro estudiantes.
La docencia se limita a la enseñanza de las primeras letras, no puede abarcarlo todo; la escuela tiene que contar con programas de estímulo lúdico para reforzar las capacidades creativas y cognitivas -que a su vez fungen como paliativo para las víctimas de violencia sexual-, programas de educación sexual integral para identificar los posibles situaciones de agresión sexual.
La Asociación de Educadores Veraguenses(AEVE) aboga por una educación de calidad y una niñez protegida, libre de desarrollarse a plenitud. Es responsabilidad del Gobierno poner de su parte y asegurar las condiciones de seguridad mínima y los mecanismos de acción inmediatas ante esta enfermedad social cada vez más desatendida.
Referencias:
https://www.efe.com/efe/america/sociedad/aumentan-significativamente-las-denuncias-de-abuso-sexual-a-menores-en-panama/20000013-4022334
http://ministeriopublico.gob.pa/wp-content/multimedia/2019/08/Informe-Estad%C3%ADstico-de-Delitos-Sexuales-a-Nivel-Nacional-Enero-a-Julio-2019.pdf
VER TAMBIÉN: Reflexión gremialista en memoria de la docente Silvia Godoy, víctima fatal de un abusador
0 Comentarios